Seguridad más que estética
David Ayala
Aunque a la vista de algunos vehículos pueda parecerlo, lo más importante en unas ruedas no es lo bien que quedan. Los neumáticos son los únicos elementos que unen carretera y vehículo, y su capacidad de tracción, frenada y direccionalidad resultan determinantes para la seguridad.
La vida media de un neumático en Europa oscila entre 40.000 y 50.000 kilómetros, aunque ésta depende en gran medida del trato que reciban durante su utilización. Una conducción agresiva y presiones de inflado incorrectas conforman un cóctel perfecto para hacer que dicha vida quede reducida de manera drástica.
Lo que muchos usuarios desconocen es que el comportamiento básico del vehículo puede variar radicalmente con presiones inadecuadas. Unos neumáticos con la presión baja provocan mayor deriva (deformación de los laterales), transmitiendo menor información al conductor. Además, dicha situación hace que el coche se deslice antes del eje en el que exista esta el problema.
Esto me ocurrió por ejemplo con un coche de prensa hace muy poco tiempo. Iba yo tan feliz con el coche recién recogido y altas expectativas respecto a su comportamiento cuando, al tomar la primera curva, el frontal del coche comenzó a deslizar mucho más allá de donde apuntaba yo con el volante. Afortunadamente, la carretera permitía dicha trayectoria y todo quedó en un susto, pero mi primera impresión fue la de que el coche era terriblemente subvirador. Cuando pasé por una gasolinera a comprobar las presiones me quedé sorprendido de ver que las cuatro ruedas tenían una presión casi medio kilo por debajo de la recomendada.
Mientras, una sobrepresión origina rebotes y hace que se pierda confort. Peor aún, ante dicha situación las ruedas se vuelven más rígidas y, por tanto, las reacciones son mucho más vivas, desapareciendo los "avisos" habituales en los coches cuando comienzan a deslizar para pasar a suceder todo mucho más aprisa.