Sistema de concepción básica donde los haya, hablamos de transmitir y multiplicar una fuerza para controlar nuestro vehículo. Pero a su vez es uno de los apartados más controvertidos y que más fantasmas crea entre usuarios, el miedo a comprobar o inspeccionar es muy extendido por temor a… sin embargo las labores más sencillas pueden mantener en forma este elemento vital. Al hablar de frenos hablamos de seguridad, seguridad y control para ser más exactos, y su correcto estado puede marcar las diferencias en el instante menos esperado.
Pero un matiz importante que debemos de tener siempre claro y presente, es el hecho de que nuestro vehículo es frenado por sus neumáticos, no por sus frenos. Es decir, un correcto sistema de frenos es inútil cuando la conexión entre vehículo y calzada es deficiente por defectos de la superficie de contacto. Así el agarre de nuestras gomas puede hablar de decenas o de cientos de metros cuando a una determinada velocidad pisemos el pedal a fondo. Este factor es un condicionante que tiene como límite la adherencia.
La potencia sin control no sirve de nada
Los elementos que influyen en la eficacia de la frenada son todos aquellos que comprenden desde el neumático hasta la última unión con el chasis
Lema publicitario que no es menos cierto por su dilatada repercusión y eco entre los más “petrolheads”. El control de nuestro vehículo es vital, de hecho al hablar de frenos, hablamos sin tapujos del elemento más importante sin caer en la exageración. Los vehículos hoy en día instalan tecnologías como el ABS, TCS, ESP, etc. pero todos son elementos diseñados para ofrecer un control total sobre la salida de nuestro motor, y donde además todos parten de un simple circuito que conecta nuestro pedal con el émbolo de la pinza de freno.
Aún así, volvemos a caer en el mismo tópico de culpar siempre a los frenos de todos los males cuando vemos que el coche “no frena”. Suspensión, rótulas, silentblocks, rodamientos y uniones son la encargadas de conectar el chasis de nuestro vehículo a ese rozamiento que están sufriendo nuestros neumáticos, por lo que si algo falla en ese punto, cualquier defecto en la frenada es posible. Salvando esta apreciación, demos por correcto este apartado y centrémonos en el sistema de frenos.
La especial atención a vibraciones, falta de potencia e irregularidades en los elementos de desgaste mantiene la máxima eficacia de frenado
El líquido de frenos es a todas luces el elemento de primer orden. Su color inspeccionándolo desde el mismo recipiente nos muestra su estado, el color ennegrecido nos demuestra que su estado no es el más óptimo, por lo que su sustitución es aconsejable. Su protagonismo en el circuito es muy alto, debe transmitir altas dosis de fuerza, absorber humedad y resistir altas temperaturas (+250 ºC). Por lo que su desgaste provoca una anormal perdida de la eficacia de frenado.
Otro aspecto que influye en el líquido es la presencia de aire, una aparición motivada por un defecto en el circuito en alguno de sus puntos, pero que afectan al líquido variando sus propiedades. La aplicación de fuerza en un líquido que contiene aire provoca las pérdidas por compresión del propio aire contenido, lo que implica que a los frenos no llegue la suficiente fuerza. El purgado y sustitución del líquido de frenos recobra toda las cualidades del fluido original.
Deformaciones, fugas y pérdida de engrase provocan las mayores pérdidas de eficacia
La necesidad de contar con un circuito hermético e indeformable es una máxima al hablar de frenos. Las conexiones entre elementos como pueden ser tuberías flexibles “latiguillos”, son el principal foco de averías y perdidas de efectividad a la hora frenar. Las proyecciones del neumático, el desgaste y el exceso de temperatura provocan que estas uniones comiencen a sufrir deformaciones y posibles fugas. Los resultados son una notable falta de potencia de frenado al sufrir pérdidas antes de llegar al émbolo final. Llegar con el pedal a fondo ante la ejecución de las frenadas es un claro síntoma de estas causas.
En otro apartado, y en exclusiva referencia a los sistemas de pinzas flotantes, nos encontramos con unos casquillos guía protegidos por un elemento elástico a modo de guardapolvos. Su desgaste provoca la rotura del aislamiento y la pérdida del engrase, que finalmente acaba con un estancamiento de las guías, evitando el retroceso natural de las pastillas sobre el disco. Sus primeras consecuencias son un excesivo sobrecalentamiento de los discos y un desgaste anormal de las pastillas, para llegar en poco tiempo a una más que probable deformación de los citados discos y a acusados defectos de frenada por el continuo rebote del pedal.
Frenos: hablamos de seguridad
La temperatura es nuestro peor enemigo y principal indicador de que algo no está bien. El grueso de los problemas comienzan con el sobrecalentamiento del sistema, siendo la causa principal, o haciendo acto de presencia como consecuencia de un funcionamiento anómalo. Simplemente con detectar las vibraciones en pedal y volante, el irregular desgaste y aspecto de los elementos, aparición de Fading, el comportamiento del pedal y la inspección de los elementos elásticos estaremos abarcando una gran parte del sistema de frenos, por lo que evitar la falta de eficacia no se limita solo cambiar pastillas y discos.
Sin necesidad de invertir en potentes y caros sistemas de frenos, la idea que debe quedar arraigada es que los frenos son tan solo elementos que transforman la energía cinética en calor, siendo el restos de elementos, principalmente neumáticos y sistema de suspensión, los encargados de que nuestro vehículo frene tanto o más como debería según las circunstancias. Frenar, frena el coche en su conjunto, no los frenos.
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